La fuerza del grupo en la recuperación
- Martina Gnecco

- 4 ago
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Por Martina Gnecco Flisfisch
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son experiencias profundamente complejas que afectan no solo a quienes los viven, sino también a sus familias y entornos cercanos. Frente a esta complejidad, la terapia individual ha sido una herramienta clave, pero no suficiente. En los últimos años, la terapia grupal, en especial la terapia multifamiliar, ha emergido como una de las intervenciones más valiosas en el abordaje integral de los TCA.
¿Por qué un grupo?
Estar en un espacio grupal permite romper el aislamiento, un sentimiento común en quienes atraviesan un TCA. Escuchar experiencias similares, sentirse comprendido y dejar de cargar con el peso de “ser el único que lo vive” puede ser profundamente liberador. Además, el grupo funciona como un espejo, a veces lo que no logramos ver en nosotros, lo comprendemos al escucharlo en otros.
Cuando hablamos de terapia multifamiliar, hablamos de un espacio donde varias familias se encuentran para abordar juntos los desafíos que implica convivir con un TCA. En estos encuentros se abren espacios para la psicoeducación, la exploración emocional, el desarrollo de herramientas prácticas y, sobre todo, el apoyo mutuo.
Lo que dice la evidencia
La literatura es clara: participar en espacios grupales mejora significativamente la adherencia al tratamiento, reduce la tensión familiar, aumenta la esperanza en la recuperación y fortalece la comunicación entre los miembros de la familia (Besteiro et al., 2019; Sepúlveda et al., 2020; Baudinet et al., 2023).
Los cuidadores, especialmente las mujeres, suelen vivir altos niveles de sobrecarga emocional, culpa y frustración. El grupo les ofrece un espacio para compartir estos sentimientos sin juicio, y transforma esa carga en comprensión, estrategias y conexión. Como señalan Cook-Darzens y Criquillion-Doublet (2022), uno de los efectos más potentes es que los cuidadores dejan de sentirse solos.
Más allá de la técnica
La terapia grupal no es solo una técnica. Es una experiencia transformadora. He sido testigo de cómo el encuentro con otros familiares, pacientes, profesionales puede abrir caminos que no siempre se logran desde lo individual. La recuperación es un proceso difícil, pero el compartir, escuchar, empatizar y sostenerse entre pares lo vuelve más humano y posible.
Cuando un grupo se encuentra desde la verdad de su experiencia, el cambio deja de ser una meta lejana y empieza a sentirse cercano. En lo colectivo, encontramos fuerza. Y en esa fuerza, se abre la posibilidad real de sanar.
Referencias:
Baudinet, J., et al. (2023). Perceived change mechanisms in multi-family therapy for anorexia nervosa. European Eating Disorders Review, 31(6), 822–836. https://doi.org/10.1002/erv.3006
Besteiro, P. V., et al. (2019). Grupos multifamiliares en el abordaje de los trastornos de la alimentación. Clínica Contemporánea, 10(2). https://doi.org/10.5093/cc2019a9
Sepúlveda, A. R., et al. (2020). El Rol de los Padres en el tratamiento de TCA. Revista de Psicoterapia, 31(115), 49-62. https://doi.org/10.33898/rdp.v31i115.355
Cook-Darzens, S. & Criquillion-Doublet, S. (2022). Les thérapies multifamiliales appliquées aux troubles des conduites alimentaires.



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